miércoles, septiembre 20, 2006

El peor delantero de la liga

A continuación me gustaría reproducir el artítuculo sobre Rául González Blanco publicado en La Voz de Galicia, para todos aquellos madridistas que no tienen la ocasión de leer dicha publicación. Lo firma Fernando Hidalgo, y resume excepcinalmente bien mi opinión acerca de este jugador, al igual que otros de los redactores de La voz. Dice así:

No mete una. En los últimos 328 días, Raúl González se ha ganado a pulso el título de peor delantero de España. Ni uno de rebote, ni uno a puerta vacía, ni un remate suelto, ni uno de casualidad. Raúl, en casi un año, no ha metido un gol oficial con el Real Madrid. ¿Alguien que juegue lo que el juega iguala sus números? Mientras se debate si Raúl está o no acabado para el fútbol de alta competición, la realidad es cruel con el madridista. Fue en Riazor, alrededor de las doce menos cuarto de la medianoche del miércoles 26 de octubre cuando metió su último gol. Batió a Molina en los minutos de la basura de un partido resuelto. El Madrid cayó entonces ante el Dépor por tres a uno. A partir de ahí, el desierto. Tras su tanto en A Coruña ha jugado 1.288 minutos en la Liga en los que lo mejor que se ha podido decir de él es que ha sudado la camiseta. Antaño, en la mejor versión del capitán merengue, anotaba un gol cada 137 minutos sobre el terreno. Sin duda, son números más dignos del peor delantero de España que del ariete español mejor pagado. Hoy en día, su sudor sale muy caro a la entidad blanca, a razón de mil millones de pesetas netos por temporada. Declive Pero su declive no es cosa de un día. Ya en la temporada 2003/2004, hasta quince futbolistas marcaron más goles que él en la Liga. Al año siguiente fueron 21 los jugadores que marcaron más tantos durante el campeonato. El año pasado, la cifra se disparó escandalosamente hasta los 46 jugadores que anotaron más de cinco goles, justo los que metió González Blanco. No hubo un solo equipo de la Liga de las Estrellas que no tuviera un jugador en sus filas con más goles que Raúl. Pero a pesar de los números, todavía se debate sobre su figura. Los goles que marcó en el pasado y sus movimientos de vestuario le dan chance. Precisamente, su capacidad para alterar la calidad de vida del entrenador de turno es lo que lo ha llevado a mantener su estatus en plena decadencia. Cuentan que hizo la vida difícil a Arsenio en su breve periplo blanco, dicen que López Caro se dio de bruces con su poder y, la última, es que Luis Aragonés acabó harto de sus movimientos. Recientemente, en una emisora de radio denunciaron que él y Cañizares fueron los protagonistas de un acto de indisciplina que tuvo lugar en el transcurso del Mundial de Alemania. Sin embargo, Aragonés no se atrevió a dar la puntilla a Raúl y acabó jugando con la roja. Ahora, la pelota está en el tejado de Fabio Capello, que sigue defendiéndolo, aunque ya lo ha sentado un par de veces.

HACE diez años Raúl era un jugador llamado a cambiar el estatus del futbolista español. De secundario a estrella. Casi lo consiguió. Pero muy pronto se olvidó del balón y se dedicó a jugar en el vestuario, en los despachos. Mudó su cara de niño pillo por el rictus de ejecutivo cansado de su trabajo: ganar dinero. Y a eso se dedica ahora, a hacerse el aburrido y a aburrir mientras hace caja. Que lo sienten, que está cansado. (Erik Dobaño)

EN EL ÚLTIMO trienio, su único aval es un palmarés envidiable. Dejó de marcar goles para convertirse en un debate estéril. Ni en Portugal ni en Alemania hubo noticias del buque insignia. Nadie se ha merecido un crédito tan ilimitado como el que que se le ha concedido a Raúl. El único vestigio del chico listo al que Valdano le dio una oportunidad es su cuenta corriente. Dice Capello que ha perdido velocidad. Y el gol lo perdió hace tiempo... (José M. Fernández)

EL PEOR Tristán de la historia duplica los goles de Raúl. No hay debate. Nadie reclama a Diego en la selección, excepto él, y sólo el madridismo recalcitrante agrava con el siete la decrepitud táctica de Aragonés, sin reparar en que con Raúl es imposible cerrar un ciclo. Sobrevive en su club como símbolo (dudoso privilegio), pero en cualquier otro chuparía banquillo como extinto cazagoles, reliquia de área y vieja gloria de la selección, como Asensi. (Alfonso Andrade)

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